Por Víctor Palacios
El quehacer artístico de Francisco Ugarte (Guadalajara, Jalisco, 1973) puede definirse como un gran y venturoso salto hacia atrás. Dicha particularidad le ha permitido observar, percibir e inteligir el entorno que le rodea desde una perspectiva por demás singular.
Tanto su trabajo plástico como su labor arquitectónica parten de ese continuo ejercicio de reconocimiento para después intervenir, modificar, añadir o sustraer ya bien una materia dada, ya bien un espacio o un contexto específico. En sus obras prevalece una sofisticada economía de medios, un constante indagar en las formas geométricas, los colores primarios, la luz y, asimismo, una aproximación estética de carácter emocional, sensible ante el asombro de aquello que está ahí y ahora, temporalmente, ante nosotros. ¿De lo real?
La presente muestra pone en diálogo obras creadas ex-profeso para esta exhibición con piezas producidas durante los últimos 15 años. La intención es ofrecer al público un panorama general de su trayectoria y, simultáneamente, enfatizar las últimas consecuencias de ese permanecer, por convicción propia, en una fructífera, cadenciosa y estratégica retaguardia. Su trabajo reciente destaca por la manera en que experimenta con la pintura gestual e intuitiva y la producción de esculturas de gran formato que, a manera de dibujos o trazos mínimos, responden a las particularidades del sitio donde se emplazan. Subyace en ambos casos un goce franco, una emancipación creativa.
