…y de pronto las cosas pintadas son tan exactas que, si fueran expresión de una voluntad, sería imposible realizarlas.
Aníbal DelgadoPor Víctor Palacios
La obra de Aníbal Delgado (Guadalajara, Jalisco, 1949) ha sido, a lo largo de más de cuatro décadas de trayectoria, una constante disquisición en torno al suceso pictórico. Dicho de otro modo, a la manera de percibir al mundo en tanto escenario pictórico en sí.
Las directrices de su quehacer son, como el título de esta muestra, una simultánea disonancia escénica y temporal. Por un lado se encuentra la liviandad, la apertura a la dictadura del instante y, por otro, la precisión de un complejo sistema estocástico; el azar está presente, no por una caprichosa casualidad sino por la habilidad de conjeturar, de predecir la siguiente emboscada, la inminente carcajada. La presente exhibición reúne su más reciente producción. Son obras que destacan por conjuntar brevísimas narrativas con la intuitiva y veloz aplicación de las materias primas. Entretejen contrastes cromáticos, mundanos restos de lo cotidiano, telones desnudos en pleno intercambio de acertijos.
Hace ya tiempo, Delgado se definió como un retratista y al parecer no ha dejado de serlo. Una vez retratista, siempre retratista. Tal y como J.M.W. Turner (1775-1851) intentó alejarse lo más posible del género del paisaje con obras indiscutiblemente abstractas, Delgado ha encontrado un disfraz plástico y conceptual sin parangón en el arte contemporáneo mexicano. La Tierra ha dejado de ser un plano “pictórico”, pero la luz emana de la misma encrucijada.
