Por Raúl Rueda
Existen múltiples vías de intercambio de información en el mundo del arte que suceden de manera paralela. En la mayoría de los casos, las que permanecen públicas a través del tiempo, son las de carácter institucional, que según sus normas, se mantienen en el marco de lo objetivo, concienzudo y recatado.
Hacer pública una conversación epistolar que estuvo concebida sólo para ser leída por quien la escribe y a quien va dirigida podría resultar un tanto indiscreto, pero abre la posibilidad de leer otros discursos sobre el arte que resultan refrescantes y novedosos, y dan pistas para construir otras historias con referentes fuera la institución y la academia.
En este diálogo en particular, Pedro Friedeberg hace una crítica mordaz e hilarante a los agentes que dominaron el arte mexicano durante la segunda mitad del siglo XX, sin dejar de lado al destinatario, Mathias Goeritz, y al propio Friedeberg, todo esto acompañado de una minuciosa muestra del imaginario plástico del artista.
Esta exposición surge de la iniciativa de revisar los fondos documentales que resguarda el Museo Cabañas, entre los que se encuentra el archivo personal de Mathias Goeritz, de donde proviene esta conversación sostenida por casi tres décadas, que ahora se muestra a los ojos del público, a menos de que éste sufra de un inmenso e irreparable attack of phloxera y pase de largo.
Friedeberg
La obra de Pedro Friedeberg comenzó a cobrar relevancia en la escena del arte de la Ciudad de México a partir de los años sesenta. Su obra surge a la par de una generación de artistas que comenzaron a desdibujar la línea entre el arte, el artista y la vida, e hicieron de su producción artística sólo un aspecto que se complementaba con su actuar en el mundo como agente cultural.
Junto a Friedeberg, artistas como José Luis Cuevas, Gelsen Gas, Diego Matthai, entre otros, relajaron el corsé del estereotipo del “creador romántico” y propusieron otras formas de trabajo ligadas a las propuestas del arte conceptual y el arte pop, que por aquellos años eran tendencia el mundo entero. El propio Friedeberg prefería dar instrucciones por teléfono a quienes producían su obra para así tener el tiempo de llevar una vida pública tal como lo haría una estrella de cine, cuestionando las funciones que se pensaban elementales para los artistas, dejando de lado las fronteras del arte con el diseño, el interiorismo, la publicidad y hasta la política.
Goeritz
Mathias Goeritz es un precedente importante para este grupo de artistas en proponer el acontecimiento artístico desde una perspectiva sarcástica, juguetona y autocrítica con piezas como el poema a muro Pocos cocodrilos locos (1965), la serie de esculturas Do it yourself (1960) y particularmente con el manifiesto y la exposición Los Hartos (1961), donde participa Friedeberg. Es desde este año que ambos artistas inician con su intercambio epistolar que terminará hasta 1990 con la muerte de Goeritz.
Las cartas que Pedro Friedeberg envió a sus amigos, son una muestra de cómo el artista nunca separó su vida privada de su producción artística, ni en el aspecto plástico ni en el discursivo, manteniendo siempre, a manera de crítica, una postura de desencanto y aburrimiento hacia el arte, los artistas y sus instituciones.
Información adicional
El acervo documental de Mathias Goeritz que resguarda el Museo Cabañas cuenta con una gran cantidad de cartas que Goeritz intercambió con artistas y agentes del arte alrededor del mundo; entre estas resaltan las enviadas por Pedro Friedeberg, por su contenido y sus cualidades plásticas. Esta exposición propone reunir las cartas de nuestro acervo para seguir de cerca una conversación de más de tres décadas que da una inteligente y divertida visión del mundo del arte mexicano. La nefasta hinfluencia, aún se integra por más de 40 cartas, invitaciones, carteles y fotografías.
Mathias Goeritz Brunner fue un arquitecto de origen alemán considerado una de las figuras vanguardistas del arte del siglo XX en nuestro país; incursionó en la pintura, la gráfica y la escultura y también en la poesía. La obra de Goeritz llegó al Museo Cabañas en 1994, y la colección -que es la más vasta de este creador- se integra por 240 piezas entre escultura, pintura, dibujo y serigrafía, además del archivo personal de Goeritz con casi un millar de cartas intercambiadas con artistas, las enviadas por Pedro Friedeberg son las que podremos ver en La nefasta hinfluencia, aún.
Pedro Friedeberg nació en Florencia, Italia, el 11 de enero de 1937; vive en México desde su niñez, su madre judío alemana buscó refugio ante la Segunda Guerra Mundial y lo encontró en nuestro país. Estudió en Boston y en 1957 ingresó en la Universidad Iberoamericana para estudiar arquitectura, donde conoció a Mathias Goeritz. Tiempo después Pedro dejó la carrera de arquitectura y principió la de artes plásticas en la misma casa de estudios. Con influencia de Goeritz, Pedro creó modelos arquitectónicos que mezclaban distintos elementos y estructuras. En 1961 Friedeberg se unió al grupo llamado Los Hartos -de ahí la letra H en la palabra “influencia” en el título de la exposición-; se definían como opositores del arte de contenido social y político que dominaba la plástica mexicana de esa época, afirmaban estar cansados de que todo se limitara al muralismo y a los temas nacionalistas y rurales. Friedeberg actualmente tiene 85 años y es una figura destacada dentro del arte mexicano.
