por Mónica Ashida
“A veces, voltear al pasado produce un efecto de extrañeza similar al que experimenta quien súbitamente se percata de que ha perdido algo sin darse cuenta”, escribía Carlos Ashida, al rememorar su paso por la dirección del Museo de las Artes en el catálogo realizado en la conmemoración de su vigésimo aniversario. Es justo con ese sentimiento con el que abordo esta breve revisión de su legado a ocho años de su partida.
Tomado del libro Chilam Balam de Chumayel, el título de la muestra evoca la muerte, la pérdida y el duelo. Sin embargo, en este contexto me sirve para aludir a otra connotación de la sangre, la fraterna y la filial.
La presente exposición no pretende ser una revisión del arte en Jalisco, sino más bien un pequeño homenaje a una aguda visión, muchas veces adelantada a su época, que hizo grandes aportaciones a la comunidad artística, sumando al panorama cultural de su tiempo iniciativas que siguen vigentes y que marcaron en gran medida el camino de la gestación del arte contemporáneo en nuestro estado.
Gracias a la meticulosa labor de archivo en torno al trabajo de Carlos que realizó mi padre a lo largo de tres décadas, hecha sin lugar a dudas con un sentimiento de orgullo no exenta de la intención de preservar la memoria familiar, se puede proponer un hilo argumental que, ilustrado por las obras que conforman parte de la colección y del archivo de documentos, conforman un testimonio de los eventos más importantes ocurridos a lo largo de su carrera.
Carlos Ashida fue un visionario que rompió barreras y promovió un diálogo artístico vibrante, desafiando convenciones y abriendo nuevos caminos en el arte. Durante las décadas de los años 80, 90 y dos mil, Ashida formuló y realizó proyectos expositivos interesantes y controvertidos, que desafiaban las normas establecidas y cuestionaban los límites de las nociones de arte que prevalecían en el momento.
Ashida perfiló tempranamente el rol del curador gracias a la certera lectura de su tiempo y contexto como estrategia aglutinante de generaciones y tendencias. Para alcanzarlo, se desplazó con libertad cruzando los dominios entre lo público y lo privado, entre lo individual y lo generacional, entre la tradición y el cambio.
Contrario a la imagen generalizada de que privilegiaba el arte contemporáneo a ultranza, Ashida fue un puente entre los artistas emergentes y los maestros consagrados, creando un ambiente de diálogo y continuidad que no tenía en cuenta las barreras de edad, género ni pertenencia política o institucional. Prueba de esto es el largo historial de exposiciones, artistas y medios de creación que se encuentran a lo largo de estas salas.
Dada mi cercanía personal y afectiva que corre entrelazada con esta historia, no me corresponde a mí sacar conclusiones sobre la validez de este legado. Sin embargo, es esta misma posición la que, para mi fortuna y con las limitaciones que esto implica, me volvieron testigo de primera mano y relatora de esta historia.
Por esta circunstancia azarosa y privilegiada considero un deber mostrar la generosidad que Carlos practicó en vida al compartir su conocimiento y visión sobre el arte. Por medio de esta muestra, espero compartir con el público algo del entusiasmo y la energía que animó su camino en la tarea de recorrer el apasionante sendero del arte.
Textos de sala en inglés:
➡️ 1980-1985
➡️ 1985-1990
➡️ 1990-1995
➡️ 1995-2000
➡️ 2000